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Un café y una sonrisa

Siempre sueño con él, no sé quien es, pero se aparece muy campante a mitad de la noche entre mis sueños. Viste de forma muy juvenil; de jean, camisa y zapatillas… pero lo que más me cautiva es su sonrisa. Tiene unos ojos comunes para el resto de los mortales, pero yo siento que me mira y le brillan los ojos. Esa sonrisa… me vuelve loca, me dan ganas de morderle los labios y quedarme así día y noche.

Él viene y entra como si fuera el dueño de lugar, me observa y se sonríe. Es tal el fuego que me provoca que no puedo dejar de imaginarlo desnudo sobre mí, pero para eso, todavía falta mucho en mi sueño, recién empieza. Pareciera que se hace desear, pero yo sé que quiere lo mismo.

Lo miro con vergüenza, pienso que puede leer mis pensamientos, estoy segura que sabe que su boca despierta mi lado más salvaje. Está desayunando. A la distancia puedo oler el aroma de su café, siempre pide lo mismo: un café y dos tostadas. La mesera se acerca a su mesa y parece que le dice algo gracioso, él se ríe y mueve la cabeza diciéndole que no. Se queda pensativo y hace un gesto como señalándome, pero no estoy segura ¿será mi imaginación?

Se quedan hablando un rato más, la mesera se da vuelta hacia mí y se sonríe ¿de qué estarán hablando? ¿Será que descubrieron mi secreto? ¿Será que mi cara deseando a ese extraño se nota?

Terminan de hablar y ella empieza a caminar hacia mi mesa, me empieza a latir rápido el corazón ¡lo sabía, me han descubierto! No tendría que haber mirado tanto. Cuando me doy cuenta, la mesera ya está a mi lado. Se inclina como para poder hablarme por lo bajo, se acerca tanto que puedo notar sus pequeñas pecas y le veo un poco de encaje de su corpiño negro. Ella también es hermosa, pero él… esa sonrisa… ¿Por qué me sigue mirando?

La chica se me acerca al oído y dice “quiero tener tus pezones en mi boca”. Me levanté de un salto de la silla ¿Qué me estaba diciendo esta chica? Él se empieza a reír, se miraron cómplices y entendí todo. Empecé a caminar rápido hacia su mesa, enojada y avergonzada, ¿Cómo podía estar haciéndome esto? Pero también estaba excitada, el sólo pensar en su boca recorriendo mi cuerpo hizo que me excitara aún más.

Llegué a su mesa; él me seguía mirando esperando que le diga algo, sonrió y me desarmé. Sentí que me ponía roja de la vergüenza y la culpa de excitarme con su broma. Su perfume era exquisito, tal cual afrodisiaco, me encendí como nunca, quería ese perfume en mi piel. Respire hondo y trate de hablarle, pero él agarró su taza, terminó su ultimo sorbo de café y se levantó.

¿A dónde vas? – le dije – “A un lugar donde estemos más cómodos”. Dudé, es un extraño, pero que ganas de besarlo, de morderle esa boca, de gritarle que me hiciera suya. Se fue alejando y yo me quedé mirando su taza.

Debajo había un papel, primero pensé que era una servilleta común del bar, pero al mirarla con detenimiento vi que estaba escrito a mano. “Te deseo”. Que simple y que complejo, con dos palabras estaba que ya no daba más, quería saber de él y porqué estaba haciendo ésto.

Agarré mis cosas y salí corriendo. Levante la mirada para ver donde estaba y no lo encontraba ¡mi oportunidad de recorrerlo con mis manos se había ido! Me quedé en la esquina esperando ver si aparecía de vuelta, saqué mi celular y le tomé una foto a la servilleta, quería mandársela a mi mejor amiga como recuerdo de la oportunidad que me había perdido. Estaba por irme cuando frena un auto delante mío y veo bajar la ventana, era él… sonriéndome otra vez. No lo dudé, fui caminando rápido al auto y ahí estaba, con esa mirada con la que sentí que me desnudaba. El auto estaba impregnado de su perfume, respiraba profundamente para no olvidarme de ese aroma que le pertenecía. Anduvimos un rato por la ciudad hasta que me llevó lejos, a un lugar que no había nadie, o al menos eso parecía.

Estacionó el auto y me dijo “quiero sentirte”, me puse roja, nunca habían sido tan directos conmigo, no sabía que decir. Agarró mi mano y me hizo sentirlo, ya estaba listo para penetrarme, pero yo quería algo más sutil, más romántico, le dije que “no” con la cabeza.

Se me acerca al oído y susurró “solo quería hacerte desear”. Me besa… sus labios son suaves y todavía tienen gusto a café, me besa apasionadamente pero lento, como a mí me gusta.

Empieza a recorrer mi cuello y con sus manos acaricia mis piernas, pienso por un momento “¿que estoy haciendo acá?”, pero me gusta tanto que no puedo parar. Uno a uno me desabrocha los botones de mi camisa y me sigue besando, pero esta vez recorre mis pechos, sus manos no dejan de moverse entre mis piernas y mis caderas, sabe lo que hace, me calienta cuando me van haciendo el amor tan despacio. Dulcemente me dice si me gusta, estoy tan excitada que no puedo hablar, solo atino a decirle que sí con la cabeza; me vuelve a preguntar si me gusta y si quiero más. -Sí! Sí!- le grito entre gemidos. Con una de sus manos se desabrocha el pantalón, me sigue besando, recorriéndome y gimiendo también de placer, se aleja, sonríe. Me dan ganas de morderle los labios, de hacerlo mío, ¿Cómo puede encender tanto una sonrisa?

Estaba por subirme arriba de él y veo una mano que se acerca por la ventana y golpea el vidrio.

Me despierto asustada, excitada. Ese maldito golpe me despierta todas las noches y no me deja concluir mis deseos; estoy mojada y transpirada, con mucho calor. Me estiro hasta la mesita de luz y agarro mi juguete, no me iba a quedar con las ganas. Se hicieron las 7 y tenía que levantarme para desayunar e ir trabajar. Mientras me baño tengo leves recuerdos de mi sueño, pero sigo sin saber quién es.

El trabajo es el mismo de siempre, aburrido y rutinario, formularios que llenar, sellos y firmas que poner. Pasan las horas y se acerca mi mejor amiga a mi escritorio y pregunta que me pasa, le digo que está todo bien, que sólo que tenía un poco de sueño, que no había dormido bien. Se va muy contenta, como es ella, la miro de reojo, hoy su minifalda estaba más corta que de costumbre ¿o solo estoy imaginándolo? Que linda que es, me gustaría poder tener algo con ella, pero es mi mejor amiga y no quiero arruinarlo. Veo que vuelve con un café y noto que tiene un botón de la camisa salido, no pude contener mi pensamiento, me la imagine desnuda viniendo hacia mí, se ve que mi cara se transformó porque al llegar me dijo – “tanto te gusta la minifalda?’- me reí y le hice señas por su botón. Se fue riéndose, sabía que había estado en la oficina del jefe hacia 10 min atrás, creo que tienen algo, pero no me lo cuenta, ¿será que tengo que preguntárselo directamente? Agarro mi celular y le escribo un mensaje: -¿Tenes algo con el jefe? – Y me responde con emojis, ¡la atrape! Ahora va a ser difícil concentrarme, no puedo sacar de mi cabeza la imagen de ella en la oficina del jefe gimiendo de placer.

Termino el horario laboral, vuelvo a mi casa, riego las plantas, descuelgo la ropa limpia que lavé ayer. Entre ella, una tanga roja de encaje que no sé para qué la tengo, todavía no la estrené. Me la pruebo y me miro al espejo, hago de modelo un rato semidesnuda con sólo la tanga puesta y me digo “bueno, algún día…”.

Pasan las horas y se hace de noche, ya es hora de dormir. Recuerdo haber soñado algo excitante pero no recuerdo qué, aunque me viene la imagen de mi mejor amiga caminando desnuda hacia mí con el café en mano, sacudo mi cabeza como si eso fuera hacer que las ideas se vayan. Sin darme cuenta me había quedado dormida pensándola, estoy sentada tomando mi café y ahí esta devuelta, entrando como dueño del lugar… esa sonrisa… no se quién sos, ¡pero cuanto me gustas!

Trio-sexual

carla galiano

Autora

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  1. María victoria (Propietario verificado)

    Increíble!!! Lleva el placer a otra dimensión!! Me encantó.
    Pero la batería no dura tanto como esperaba y me molesta pasar por todas las opciones de vibracion hasta la que me me gusta a mi que es la última…

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  2. Patricia (Propietario verificado)

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  3. Anónimo (Propietario verificado)

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